“Vos me enseñaste que el amor se vive con respeto y admiración, con esa manera tan nuestra de acompañarnos sin soltamos nunca.

Con vos descubrí que construir una vida juntos no da miedo: da sentido. Porque amar también es mirar hacia adelante en la misma dirección, y saber que lo que viene se sostiene en la verdad y en la

confianza…”

La temblorosa y emocionada voz de Gabriel parece un eco en el silencio de la noche. Ahí, frente a los testigos y a todas las personas que son importantes para ellos. El tiempo se detuvo un momento y Iván sólo escucha emocionado.

Soy testigo de eso también. Detrás de la cámara. De un 35mm. Dicen que esta focal - este lente - “ve” casi como ven nuestros ojos. ¿Cómo ven los ojos de Iván a Gabriel? ¿Cómo se ven ambos? ¿Podré reflejar “algo” donde sean reconocidos por todos y por ellos mismos detrás de la emoción que supone una ceremonia?

Una celebración no se medita, se disfruta. Nadie se detiene a pensar: ¿porqué me siento feliz en este momento? Nadie. Nadie en su sano juicio. Mi lente tampoco lo hace, sólo ejecuta, disfruta en cada disparo el conservar momentos - públicos y privados - que quedarán para siempre.

Quizás despues de todo, una mirada es eso: no perder los recuerdos que nos habitan dentro mientras observamos tras la mirada de otro - el fotografo - lo que quizás, se acerca a lo hermoso que nos vemos cuando queremos. Cuando amamos.