Ok. Fué mi primer contacto con la Semana Santa en Sevilla. Años 2017. Primero en la vida y el que no voy a olvidar jamás. Y es la primera de las más hermosas Vírgenes que he mirado asombrado, como un niño que tiene ante él  la maravilla pura.

"- ¿De donde vienes? - De Triana! - ¿A donde vas? - A Triana! - ¿Cual es tu nombre? - Esperanza de Triana! - Guapa! Guapa! Guapa!!" Gritan en coro al ver pasar la inmensa estructura que hace salir de sus aposentos a la guardiana de este orgullos Barrio: Triana. 

Es curioso lo que sucede en toda esta procesión. No es simplemente ver un Cristo pasar y una Virgen seguirlo. Existe un estado de contemplación hacia una belleza que parece cobrar vida, se le transfiere toda Esperanza a una imagen inmóvil pero que parece exudar vitalidad: ¿acaso está viva? Para la mayoria de los que están aglomerados a su paso, que se chocan, empujan, estiran brazos para tocar su Paso, y contemplan con ojos alegres a quienes desde lo alto pareciera mirarlos directamente a los ojos, la Esperanza de Triana es un miembro más de sus familias (María Santísima de la Esperanza de Triana para ser específicos en su nombre) como explicó mi amigo Emilio y Fran -  a quien una vez al año ven salir a la luz, desparramando su el poder de su nombre por muchas calles de Sevilla para volver victoriosa y elegante al barrio que le pertenece cruzando el puente desde donde puede mostrarse orgullosa de su belleza y poder. Guapa! Bella! Claro que lo es!

Y no es un concurso - aunque hay un ranking de las más bonitas y ya sabemos cual es la ganadora aquí -. Pero la devoción hacia una u otra imagen hace que se le vean todas sus fortalezas: el color de piel, la mirada, las lágrimas que caen por sus mejillas, la dulzura o firmeza de sus ojos, el sentimiento que transmite, su impresionante vestimenta y manto que la cubre - tiene dos vestimentas de Ceremonia para salir fuera de su lugar de descanso una vez al año - la forma en que se desplaza - con críticas buenas y no tan buenas en ambas medidas - porque a una Belleza como la Esperanza de Triana se le exige demasiado y buscan en ella la perfección que en este mundo carnal no existe para luego, aceptar que más Guapa que ella no hay.

La primera que ví. La primera de la que me enamoré. La Señora de Triana. La más antigua de los devotos - por encima de la Macarena, su competencia - la protectora de los Marineros, aquellos que llevan la comida a la mesa y que han encontrado nuevos mundos. La Esperanza es lo último que se pierde, y no queremos perdernos de ella. La que va detrás del Cristo de la Tercera caída cargándo la pesada cruz, vigilado por el guardia Romano y su impresionante caballo.

Ella viene por detrás. Como la esperanza de que todo sufrimiento algún día desaparecerá. Porque  es lo primero que tenemos al nacer y lo último que deseamos perder antes de partir.

Guapa! Guapa! Guapa! Gritan 3 veces al pasar. Cómo si con esa cantidad fuese suficiente. Es la más hermosas de la Vírgenes que representan a una sola pero que en Triana tiene su mejor versión. Bella! Bella! Bella! Gritan con el tono Sevillano tan característico. Hombres, Mujeres, niños. No hay aquí silencio o formalismos: la Esperanza de Triana exuda vida y pasión. Su paso es ágil. Genera aplausos y vitoreo, mientras la banda de música acompaña con "Siempre la Esperanza" haciendo que cada capilar del cuerpo se erice y las lágrimas comiencen a caer.

La Esperanza de Triana. Mi Virgen desde hoy. La primera. De un Viernes Santo a un Lunes cualquiera y podría verla todos los días. Contemplarla. Mirarla y pensar en ella. ¿Me he enamorado Sevilla? No, me ha flechado La Esperanza de Triana, desde el corazón de su Reino, el único e inigualable Triana, orgulloso como su Reina. 

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